sábado, 10 de octubre de 2009

"La apelación", John Grisham en estado puro

"La apelación", de John Grisham (ed. Grijalbo, 2008), vuelve a ofrecernos un thriller judicial emocionante que trata temas relevantes como la corrupción política, la manipulación judicial, la actuación de los grupos de influencia en un mundo de avaricia y ambición en el que todo vale para defender los intereses de los más poderosos. En este caso Grisham añade un elemento más, la hipocresía religiosa de algunos grupos fundamentalistas de Estados Unidos.

En esta caso la novela comienza con un veredicto. La empresa Krane Chemical es condenada a pagar una cantidad millonaria a una mujer cuyo marido e hijo murieron víctimas de la contaminación del agua por los vertidos de la planta.

Carl Trudeau, director de la empresa, comenzará a preparar la apelación al Tribunal Supremo de Mississipi, para intentar "enmendar la sentencia" y evitar que su imperio económico se venga abajo . Trudeau es un millonario sin escrúpulos que no tendrá ningún reparo en entrar en un juego sucio de sobornos y traiciones para conseguir su objetivo.

El resultado del veredicto sobre la apelación queda en manos de los jueces del Supremo del Mississipi y Trudeau, con la ayuda de un enigmático grupo, emprenderá una carrera para conseguir situar a un abogado elegido por ellos en uno de los sillones del Supremo.

La parte principal de libro es la narracción del desarrollo de la campaña, con tres candidatos que lucharán por ganar la silla del juez, aunque con difentes métodos y principios éticos.

El matrimonio Payton, los abogados que han defendido a la mujer durante el juicio tendrán que prepararse también para aguantar los dos años que puede tardar en dictarse la sentencia sobre la apelación. Estan arrunidados, han invertido todos sus bienes en el caso y tendrán que usar toda su inteligencia para conseguir salir adelante.

Traiciones, envidias, avaricia, corrupción, hipocresía religiosa... el cuadro que dibuja Grisham sobre la naturaleza humana es desolador, aunque también hay lugar para la esperanza. En el libro aparece un pastor que, al contrario que la mayor parte de los líderes religiosos que desfilan por la historia, se preocupa por los débiles y necesitados. Grisham señala que el pastor tenía esa actitud porque había dejado la Biblia a un lado, aunque si leemos el contenido de la Biblia nos daremos cuenta de que en sus páginas constantemente se nos reta a amar desinteresadamente y preocuparnos por los más desfavorecidos.

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