martes, 9 de febrero de 2010

"Reflexiones sobre los Salmos", de C.S. Lewis

C.S. Lewis, autor de la serie de novelas “Las Crónicas de Narnia” y conocido por su labor como apologista cristiano, nos ofrece un ejercicio de lucidez en su libro “Reflexiones sobre los Salmos” (ed. Planeta, 2010). En palabras del autor, no pretende ser una obra erudita, sino que escribe de aficionado a aficionado, “comentando las dificultades que me he encontrado, o los conocimientos que he adquirido, al leer los Salmos, con la esperanza de que esto pueda, de algún modo, interesar; e incluso en ocasiones ayudar, a otros lectores inexpertos”. Prepárate para ver el libro de los Salmos desde una perspectiva original, lúcida, provocativa e inspiradora.


Lewis hace una revisión controvertida de los Salmos, pero lo hace de forma sincera, abriendo su corazón, mostrando los sentimientos enfrentamos que todos, si somos sinceros, sentimos cuando leemos algunos de los Salmos, cuyo contenido nos produce rechazo. Lewis comparte las reflexiones a las que le llevó la lectura de los salmos. En ocasiones, disfrutó con sus lecturas, pero en otras encontró cosas que en un principio no le agradaron. Nos acerca al contexto histórico y social en el que fueron escritos para poder entenderlos mejor desde nuestra perspectiva moderna. Se adentra en la mentalidad judía para que podamos sacarle todo el jugo al libro de los Salmos.

El propósito del libro es que entendamos que la Biblia está escrita en diferentes géneros literarios, en este caso estamos ante poemas escritos para ser cantados. Defiende su lectura como poemas, “como letras de canciones, con todas las licencias y todas las formalidades, las hipérboles, sus conexiones más emocionales que lógicas, propias de la poesía lírica”.

Los primeros capítulos se adentran en temas controvertidos, el autor plantea preguntas inquietantes y perturbadoras que le llevan a reflexiones de gran calado. Comienza con las referencias a los juicios en los Salmos. Compara las diferencias entre la concepción judía y cristiana sobre este tema, para demostrar que, aunque son distintas, no son contradictorias sino complementarias. Continúa después con un asunto muy delicado, las maldiciones. “En algunos salmos, el espíritu de odio que nos golpea en la cara es como el calor que sale de la boca de un horno”. La tentación es dejarlos a un lado, por su mezquindad en algunos casos. Estos poetas habitaban un mundo “de castigos salvajes, de masacres y violencia, de sacrificios sangrientos en todos los países, y humanos en muchos de ellos”. Después de analizar las dificultades que estos salmos plantean, concluye que estos cánticos con maldiciones, demuestra una sed de justicia, un rechazo de lo injusto y lo torcido, de lo que desagrada a Dios. De forma original demuestra que esa falta de piedad de los salmistas está mucho más cerca de un extremo de la verdad que muchas actitudes modernas. “Las partes más feroces de los Salmos sirven como recordatorio de que en el mundo existe la maldad y de que ésta resulta digna de odio a los ojos de Dios”.

Continúa también con una curiosa teoría sobre las escasas referencias en los Salmos al más allá para finalizar los capítulos que tratan los temas más áridos y controvertidos, y comenzar después con los más atractivos, como la belleza de Dios y la alabanza a su gloria. Pero si el lector piensa que en estos temas no va a encontrar razones para el debate, está muy equivocado, Lewis ofrece una perspectiva original, abre su corazón y nos lleva a nuevas reflexiones que aportan luz sobre el significado de estas obras.

En una época en la que vivimos una preocupación por el medio ambiente, hay que destacar el capítulo dedicado al acercamiento de los salmistas a la naturaleza. Los judíos tenían una relación cercana con la tierra. Eran muy conscientes de su dependencia de ella y del clima. El aprecio por la naturaleza era un placer práctico y poético. Compara la concepción judía de la naturaleza y su relación con el Creador, con la concepción que tenían el resto de religiones, muy diferentes de la judía.

La última parte del libro está dedicada a cómo interpretar tanto los salmos como el Antiguo Testamento. El terreno es resbaladizo, y Lewis vuelve a acercase a temas controvertidos, que nos inquietan y nos invitan a replantearnos ideas preconcebidas. Magistral es también el capítulo dedicado a la figura de Jesús en los Salmos.

Como conclusión, C.S. Lewis defiende la lectura del Antiguo Testamento para descubrir cómo el Nuevo Testamento lo cita constantemente. Resalta como Jesucristo, “repitió, reforzó, continuó, refinó y sublimó la ética judía y en qué pocas ocasiones introdujo una novedad”. Es necesario entender este libro dentro del contexto de la revelación progresiva de Dios en la historia y Lewis nos ayuda a comprenderlo de una forma extraordinaria.

El libro es provocador, en ocasiones llega a conclusiones radicales, pero estamos ante todo un ejercicio de valentía y una invitación a poner nuestras mentes en funcionamiento, aunque nos inquieten los temas planteados. Para el lector cristiano, será revelador descubrir que esos poetas conocían muchas menos razones que nosotros para amar a Dios, pero expresaban un anhelo de Dios realmente envidiable. Los salmos nos inspiran y nos ayudan “a valorar el aire fresco y la dulce sensatez de la ética cristiana”.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

GRACIAS POR ESTE ARTICULO MUY INTERESANTE ME DISPONGO A LEERLO DIOS TE BENDIGA CHICO