miércoles, 19 de enero de 2011

"El mar en llamas", de Alberto Vázquez-Figueroa, en un novedoso formato de lectura vertical

“El mar en llamas” (ed. Martínez Roca, 2011), es la última novela de Alberto Vázquez-Figueroa, que nuevamente nos ofrece un thriller con un fuerte compromiso social y, además, nos llega en un formato novedoso, de lectura vertical.

La trama de la novela se acerca al mundo de las explotaciones petrolíferas, partiendo de un hecho de gran actualidad, el incendio de una plataforma de BP en el golfo de México.

El protagonista es Asdrúbal Valladares, un escritor colombiano que en el pasado alcanzó un gran éxito pero que había pasado al olvido. En la actualidad, con más de 60 años, vive en un pequeño pueblo de pescadores, incapaz de escribir algo novedoso, después de llevar años sin acertar con los gustos de las nuevas generaciones.

La llegada al pueblo de una mujer iraní despertará nuevamente su instinto literario. La mujer le propone escribir una novela sobre el incendio de la plataforma en el golfo de México. Tiene varias fotos que demostrarían que se trató de un atentado. Además, su amante murió en el incidente y podría estar implicado en el atentado. Si escribe un libro sobre el asunto, podría obligar a que alguien investigue lo sucedido para averiguar que “alguien está obteniendo portentosos beneficios de la mayor catástrofe medioambiental que haya existido”.

Asdrúbal había perdido su talento literario, pero conservaba su extraordinaria capacidad para obtener información de las fuentes más insospechadas, así que comienza una investigación para “poner al descubierto las oscuras razones por las que se había desencadenado una catástrofe ecológica de imprevisibles proporciones”.

El libro se convierte en una denuncia del peligro que suponen las excavaciones que se están realizando a miles de metros de profundidad en el golfo de México, puesto que aquel es un mar “en el que los torbellinos y las contracorrientes creaban vibraciones e incontrolables movimientos provocados por vórtices que amenazaban las columnas de perforación”. También denuncia la lucha de intereses entre las petroleras en una carrera hacia las profundidades con un premio de billones de dólares, “bajo el golfo se esconde el futuro en forma de un océano de crudo que fascina a las petroleras, que se las ingeniarán a la hora de corromper a políticos y utilizar mil triquiñuelas con el fin de que no se les impida apoderarse de él”. Sobornos, asesinatos, especulación; no hay tregua al lector durante toda la novela.

El autor nos muestra en este libro varias de sus cualidades más características. En primer lugar la prioridad que le da a la historia por encima de cómo se cuenta, algo que pone en boca del personaje protagonista y que le ha situado en el ojo del huracán de la crítica a la vez que le ha llevado a cosechar el éxito entre los lectores, quiénes, en definitiva, tenemos la última palabra. En segundo lugar, su compromiso social y la defensa de la naturaleza, algo característico de sus thrillers. Por último y relacionado con el anterior, su espíritu inquieto, que le ha llevado a explorar un formato innovador con este libro, editado para ser leído en líneas verticales, un descubrimiento sencillo que, en palabras de un personaje de la novela, “por el simple hecho de girar un libro noventa grados resulta más cómodo a la hora de leerlo y más barato a la hora de publicarlo”.

Hace poco se empezaron a editar libros en este formato pero en tamaño de bolsillo y “El mar en llamas” es el primero que llega en tamaño normal. La editorial defiende que este formato permite “de una forma más sencilla, más cómoda, más práctica y menos costosa, ahorrando la tercera parte del papel y el peso sin reducir el tipo de letra. Ello propiciará que se tengan que cortar la tercera parte de los árboles destinados a producir ese papel, lo que redundará de forma muy importante en la preservación de los bosques del mundo”. Parece ser que la idea nació en Holanda hace más de un año con un fabricante de Biblias.

Si este nuevo formato es beneficioso para el medio ambiente, habrá que aplaudir su llegada, aunque no puedo decir que sea más cómodo a la hora de leerlo. Creo que en formato de bolsillo sí que puede resultar más práctico y cómodo, pero no en formato grande. De todas formas, como suele ocurrir siempre, los cambios cuestan y puede que al final nos acabemos acostumbrando. Así que lo mejor será que cada uno lo compruebe por sí mismo porque en la literatura, como en todas las cosas de la vida, cada persona es un mundo.

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