martes, 19 de julio de 2011

"Un viejo que leía novelas de amor"

“Un viejo que leía novelas de amor”, del escritor chileno Luis Sepúlveda, es una delicia de libro, una historia breve contada con una pasmosa sencillez, con un protagonista inolvidable. Una novela que se lee de un tirón y que deja un gran sabor de boca que perdura en el tiempo.



El protagonista de la novela es Antonio José Bolívar Proaño quien, con más de 60 años, vive en El Idilio, un pueblo remoto en la región amazónica de los indios shuar. A lo largo de la novela iremos conociendo la triste historia de Antonio, que lo ha sumido en la nostalgia y la soledad. Conoceremos su llegada a la selva como colona y su relación con los indios, de quiénes aprendió a amar la selva y a sobrevivir en ella.

Pero lo más interesante de Antonio es que es un “Devorador de Libros” muy peculiar. Dos veces años, el pueblo recibe la visita del dentista Rubicundo Loachamín, quien, además de atender las maltrechas dentaduras de sus habitantes, proveía de lectura a Antonio. Los libros que le encargaba tenían una temática muy definida, “sufrimientos, amores desdichados y finales felices”. Cuando conozcamos la historia de Antonio entenderemos sus gustos literarios y nos emocionaremos con este entrañable anciano.

El método de lectura de este peculiar “Devorador de Libros” es de lo más curioso. No sabe escribir y se enfrentaba a cada libro de forma ritual, casi mágica, saboreando cada frase y apropiándose “de los sentimientos e ideas plasmados en las páginas”. Pasaba gran parte del día leyendo, divagando sobre los misterios del amor e imaginando los lugares donde sucedían las historias.

Además de la lectura, Antonio tiene otra pasión, la selva. Asiste con indignación a la devastación provocada por el hombre blanco, con colonos, aventureros y buscadores de oro que violaban la naturaleza de forma salvaje. Un episodio protagonizado por un felino salvaje, será el hilo conductor de la historia e ilustrará los estragos causados en la Amazonia por la supuesta “civilización”.

“Un viejo que leía novelas de amor” es un plato delicioso, imprescindible para todos los “Devoradores de Libros”. Sus páginas son un homenaje a la naturaleza y a la literatura, de la mano de su protagonista, un sencillo anciano que disfruta de su choza en El Idilio y de sus novelas que hablan del amor “con palabras tan hermosas que a veces le hacían olvidar la barbarie humana”.

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