sábado, 8 de septiembre de 2012

Muerte en primera clase, de J. M. Guelbenzu

Muerte en primera clase, de J. M. Guelbenzu (ed. Destino, 2012) es la sexta entrega de la saga de novelas policíacas protagonizada por la juez Mariana de Marco. Una historia con el sabor clásico del género.


Al comienzo de la novela encontramos a la protagonista de vacaciones embarcándose en un crucero de lujo por el Nilo en compañía de su amiga Julia Cruz, quien ha recibido una invitación para asistir a un viaje organizado por un intermediario entre magnates y jeques árabes con el objetivo de que personas influyentes se relacionen entre ellas.

Entre los invitados se encuentra una peculiar familia acomodada con unos miembros cuyos intereses giran en torno a Carmen Montesquinza, de sesenta años, una dama chapada a la antigua y distinguida en su porte. Marina sigue con atención los movimientos de la familia y observa una serie de detalles que no le encajarán.

La desaparición misteriosa de Carmen, justo después de una extraña velada, despertará las sospechas de la protagonista convencida de que puede haberse producido un asesinato. En contra de la opinión generalizada, comenzará su particular investigación, aunque no hay cadáver ni evidencias que confirmen sus sospechas, solo su intuición y olfato de sabueso.

La trama nos mostrará el baile de sospechosos, los giros en la investigación, y los secretos y perversiones que se van desvelando. El sabor a los clásicos del género se acrecienta al acompañar a la protagonista en su recorrido por el Nilo y visitando lugares como el Valle de los Reyes y el Templo de Luxor. Es imposible pasar por estas páginas sin recordar las aventuras del genial Hercule Poirot en sus viajes por Oriente, aunque el autor ha afirmado que su novela no es un homenaje a Agatha Christie.

La trama hará las delicias de los aficionados al género policíaco, aunque encontraremos algunas diferencias, tal y como señala la protagonista al reflexionar sobre cómo los tiempos han cambiado y no se parecen a las historias que aparecen en las novelas de intriga del siglo XIX de las que ella es fiel seguidora, especialmente las de Wilkie Collins: “ya no quedan asesinos de aquellos que planificaban minuciosamente el crimen convirtiéndose en una obra maestra de estrategia. El criminal actual tiene que improvisar todo el rato”.

El personaje de Marina evolucionará a lo largo de la novela, comenzando el viaje en una especie de huida y planteándose dar un giro radical a su vida. La protagonista es una mujer inteligente, culta y tenaz, aunque los diferentes fracasos amorosos la han convertido en una especie de alocada adolescente en el terreno sentimental.

Muerte en primera clase nos invita a acompañar a su protagonista en una investigación con dos enigmáticos interrogantes: ¿Se ha producido un asesinato? Y, de ser así, ¿Quién es el asesino?

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