lunes, 15 de octubre de 2012

El Hombre Light, de Enrique Rojas

“No hay verdadero progreso humano si este no se desarrolla con un fondo moral”.

Esta máxima la encontramos repetida en varias ocasiones en El Hombres Light, de Enrique de Rojas (ed. Temas de Hoy, 2012), una obra de referencia publicada hace 20 años y que ahora nos llega actualizada y ampliada. El libro aparece en plena crisis económica aunque, en palabras del autor, ésta no es casi nada comparada “con la crisis de desorientación generalizada que observamos a diestro y siniestro”.


Enrique Rojas, Catedrático de Psiquiatría y Psicología Médica, se dirige a una masa de gente perdida y sin brújula. Tal y como vemos en el nuevo prólogo, los tiempos han cambiado, pero el vacío del ser humano sigue siendo el mismo. Resulta curioso cómo el libro no ha perdido actualidad en estos 20 años, todo lo contrario, en sus páginas encontramos las causas que nos han llevado a la situación actual y la forma de enfrentar la problemática que estamos sufriendo.

Tanto el título como la base del planteamiento resultan todo un acierto. El autor se basa en el auge de lo light, una palabra que en principio tiene connotaciones positivas en lo referente a la alimentación, pero que si la utilizamos para definir una “vida light” nos muestra cómo “todo está descalorizado, carece de interés y la esencia de las cosas ya no importa, solo lo superficial es cálido”. Compara al individuo que practica una vida así con los productos light de nuestros días, mostrándonos la imagen de un hombre “sin sustancia, sin contenido, entregado al dinero, al poder, al éxito y al gozo ilimitado y sin restricciones”.

Enrique Rojas realizaba un diagnóstico certero y descarnado de la situación de este “hombre light” a través de los ojos de alguien que observa con preocupación los derroteros por los que se dirige la sociedad opulenta de bienestar en Occidente, una sociedad que define como enferma y “de la cual emerge el hombre light, un sujeto que lleva por bandera una tetralogía nihilista: hedonismo-consumismo-permisividad-relatividad. Todos ellos enhebrados por el materialismo”.

En varios capítulos el autor realiza un análisis de cómo esta tetralogía ha fabricado un hombre “vacío, hueco, sin contenido y sin puntos de referencia”. Estamos ante un diagnóstico que vale para hace dos décadas y para el día de hoy. Cada vez hay más información pero menos formación, vivimos en la cultura del espectáculo, el entretenimiento ha sustituido a la cultura, se ha democratizado el mal gusto, la frivolidad, lo liviano y lo variable apostándose por lo cutre y lo vulgar.

Este hombre light carece de referentes, es vulnerable, fácilmente manipulable, tiene un gran vacío moral y no es feliz, aun teniendo materialmente casi todo. En la actualidad, cuando lo material se ha venido abajo, se ha hecho aún más patente ese vacío, provocando una situación de desesperación.

Pero el libro no se queda únicamente en el diagnóstico, tiene un tono constructivo y el autor aporta sugerencias de cómo “escapar y salirse de ese camino errado que tiene un final triste y pesimista”. Señala también los logros conquistados en nuestra era científica y técnica, y propone la necesidad de tener un proyecto de vida coherente y realista viendo que la felicidad consiste en “hacer algo que merezca la pena con la propia vida, algo grande, bello, hermoso y realista, cada uno según sus posibilidades”.

Creo que el libro está escrito desde la lucidez, es una llamada de atención para que reflexionemos sobre quiénes somos, cuáles son nuestras prioridades y hacia dónde vamos. Hay algún aspecto que me ha chirriado, como el apartado en el que se analiza el espíritu europeo a través de sus diferentes etapas históricas, obviando la Reforma y situando la Contrarreforma dentro de una etapa de “tolerancia”. Pero es una simple anécdota en medio de un libro muy recomendable.

Coincido completamente en su descripción de esta sociedad como orgullosa, que va a la deriva y, además, presume de caminar hacia atrás. Es hora de rectificar el rumbo y superar el vacío moral. Enrique Rojas propone el“ hombre sólido” frente al “hombre light”, un hombre que recupere su esencia amando la verdad y la libertad auténtica. Esta parte me recuerda la pregunta que Pilato le hizo a Jesucristo, “¿qué es la verdad?” y cómo éste la había contestado con anterioridad presentándose como la verdad y afirmando que “conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.

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 Reseña publicada en Mujer de Hoy.

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