El autor sitúa la acción en el Madrid de 1928, con la dictadura del general Primo de Rivera dando los últimos coletazos. El protagonista, Tomás Halcón, lleva pocos meses trabajando como guarda de una obra después de su paso por la legión en la guerra de África y de su corta pero intensa etapa como policía en la Brigada de Investigación Criminal, cuando recibe la visita de Marcial, antiguo compañero en el ejército y en la policía.
Marcial solicita la colaboración de Halcón para que les ayude a resolver un brutal asesinato que sospechan que puede estar cometido por un militar y cuyo sadismo ha puesto en alerta a los altos cargos del Gobierno y amenaza con comprometer a un Régimen con muchos opositores dispuestos a aprovechar el escándalo para hacerlo caer.
Halcón acepta el caso a regañadientes, no le agrada la idea de volver a colaborar con la policía después de haberla abandonado por razones que iremos conociendo. Pero tardará poco en sumergirse en un complejo caso en el que tendrá que dar caza a un sádico asesino que comete sus crímenes siguiendo un extraño ritual religioso.
El caso sacará a la luz todos los fantasmas del tortuoso pasado del protagonista, cuyos detalles se nos irán desvelando a lo largo de la trama. Sintiéndose superado por todo lo que sucederá a su alrededor aparecerá en su vida una mujer que se convertirá en la tabla de salvación a la que agarrarse.
La caza del asesino no dará tregua ni al protagonista ni al lector. La trama tiene muchos atractivos que nos engancharán desde el principio: el ritmo trepidante, la ambientación histórica, los complejos y atractivos perfiles de los personajes, la intriga que envuelve sus páginas, los secretos que se van desvelando, la tensión que crece en intensidad conforme vamos avanzando y un buen final que culmina con acierto la historia.
El autor ha construido una novela que se sumerge en lo más recóndito de la naturaleza del ser humano para mostrarnos sus peores miserias a la vez que nos seduce con un protagonista con múltiples caras, obligado a colaborar en una investigación cuando no tiene vocación policial, descreído, marcado por su pasado, enfrentado a un depredador, necesitado de redención y que verá como una mujer se convertirá en su contrapunto y salvación. Halcón aprendió de niño en su primera lectura que “en un libro no importa el destino sino el viaje”, y en este caso puedo decir que tanto el viaje como el destino resultan satisfactorios.
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