Desde su creación en el año 2009 este premio ha recaído en La prueba, de Carmen Gurruchaga (2009), La melancolía de los hombres pájaro, de Juan Bolea (2010), El bufete, de Borja Martínez-Echevarría (2011), y El jurado número 10, de Reyes Calderón (2012). Su intención es “mostrar, de una forma emocionante, el amplio mundo de la abogacía y consolidar un género, el del thriller judicial, en auge en el mundo anglosajón y que en España no se ha desarrollado de la misma forma”. En esta ocasión no solo nos ofrecen un apasionante thriller judicial sino una colosal novela histórica con una cuidada ambientación y un personaje genial que nos acerca también a una curiosa figura que hace honor al premio.
De esta novela, el jurado resaltó “su originalidad al combinar una trama espléndida con una documentación histórica impecable”. Este es el gran acierto de un autor que, además de escritor, es titular de un bufete jurídico y ha plasmado con maestría sus conocimientos sobre derecho y sobre la historia de nuestro país. La obra tiene un peculiar protagonista, Pedro de Alemán, que nos acerca a la figura del abogado de pobres, antecedente directo del actual turno de oficio, en una época de cambios para España y para una ciudad de Jerez que vive una situación de tensión, como una bomba de relojería a punto de estallar por los abusos sobre los más débiles.
La acción de sitúa en el año 1752 en una España que vive tiempos de esperanza, con Felipe VI y el marqués de la Ensenada sirviéndose mutuamente y consiguiendo “normalizar el estado y dar comienzo a las necesarias reformas”. Dentro de las reformas se encuentra la situación de abogados, que han dejado de ser oradores y ya son juristas, organizados colectivamente en colegios de abogados que tienen entre sus obligaciones la defensa gratuita de los pobres. Pero estos cambios todavía no han llegado a la ciudad de Jerez de la Frontera, donde esta labor corresponde al abogado de pobres, “oficio público dependiente del concejo y del corregimiento, que lo remuneraban aunque de forma exigua”.
Pedro de Alemán ha sido nombrado para suceder a su padre fallecido, anterior ocupante del cargo. En su mano se encuentra la defensa de los huérfanos, viudas, presos sin medios, desvalidos de edad avanzada y todos los que tienen ingresos inferiores a tres mil maravedíes al año. Pero las mujeres tienen algo más que ofrecer como pago, práctica aceptada por todos y que será también moneda de cambio en un caso en el que el protagonista tendrá que defender a un mozo de cuerda encarcelado por la acusación de un alguacil corrupto. Pero este episodio provocará remordimientos en Pedro de Alemán y un sentimiento de culpa que le hará replantearse su vocación, su existencia y sus métodos poco legales usados para conseguir sus objetivos.
Aconsejado por Bartolomé Gutiérrez, un sastre autodidacta, erudito, docto y adornado en letras, Pedro se dispone a redimirse de sus pecados y se sumerge en un caso en el que sabe que tiene mucho que perder y que le puede traer muchas complicaciones al enfrentarse al alguacil y defender a un acusado de atentar contra la autoridad.
Pero esta defensa será el espaldarazo que Pedro necesita y la alternará con otros casos que se le van presentando como la impugnación de un testamento, un tiroteo o la defensa de una mujer acusada de adulterio, que convierten la novela en una apasionante lectura en la que se suceden los episodios de interés. Cada caso le hará relacionarse con personajes que provocarán cambios radicales en su vida y en sus sentimientos, al mismo tiempo que se va introduciendo en una red de conspiraciones y asesinatos que se va tejiendo conforme avanza la trama.
Una ambientación exquisita, unos personajes ricos en matices, una trama de intriga cada vez más compleja, un contexto histórico apasionante, un ritmo ágil que no decae en ningún momento y un protagonista necesitado de redención que comprobará en sus propias carnes que “el hombre tan pronto se hallaba sumido en el más profundo de los abismos como elevado a la más excelsa de las euforias”, sirven al autor para componer una obra completa, sin puntos débiles, que toma como base un hecho histórico poco conocido: el expolio de arte español por parte de ricos coleccionistas británicos del siglo XVIII.
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