lunes, 25 de agosto de 2014

La venganza de los dioses

La venganza de los dioses, Christian Jacq (ed. Planeta, 2010), es el primer título de la Trilogía del maestro del thriller ambientado en el antiguo Egipto, en el que encontramos una trama de asesinatos, intrigas y conspiraciones en una época clave para la historia del imperio.

Año 528 a.C., el faraón Amasis, no escucha las advertencias de sus colaboradores sobre el carácter ambicioso y guerrero. El faraón confía en que Cambises siga con la política pacífica de su padre, además descansa en el poderío de su ejército, cuyas mejores tropas estaban formadas por mercenarios griegos y en el buen hacer de Creso, antiguo rey de Libia y ahora jefe de la diplomacia griega. Esta actitud le hace ganarse las críticas de algunos de sus subordinados que se unen a las que ya recibía por su pasión por la cultura griega y por dedicar demasiado tiempo al ocio, mostrándose negligente en sus funciones. Pero la gran mayoría le seguía apoyando por haberle dado a Egipto una paz duradera, apoyado en las sólidas alianzas con los griegos. Reinaba sin discusión sobre un país que contaba con tres millones de habitantes.

La paz del país puede verse comprometida por un hecho macabro, alguien ha realizado una matanza, asesinando a todos los escribas del despacho de Sais. La muerte de los escribas sin una diplomacia inteligente y activa, ¿quién está detrás de este terrible suceso? Todas las evidencias apunto a que el asesino es el joven Kel, un escriba que se había librado sospechosamente de morir junto con sus compañeros. Del caso se hará cargo el juez Gem, un anciano, recto, que no quiere hacer de la investigación un espectáculo, sino que persigue su éxito desde la discreción y la legalidad. El juez rivalizará con Henat, jefe de los servicios secretos que comienza una caza implacable para encontrar al asesino. Tendrán que averiguar si se encuentran ante un hecho aislado o ante una conspiración.

Por su parte Kel se verá obligado a huir, intentando descubrir quién es la persona que le ha tendido una trampa y le ha situado en el punto de mira de la investigación. Kel es un joven brillando, considerado un superdotado al que aguardaba una hermosa carrera por sus excepcionales dotes para las lenguas extranjeras. Se encontrará con que detrás de la conspiración pueden encontrarse altos dignatarios, como el médico jefe, el gobernador Sais e incluso el mismo juez o el jefe de los servicios secretos. La clave del caso puede encontrarse en un extraño papiro codificado que le entregó el jefe del despacho una semana antes porque nadie podía descifrarlo.

Kel tendrá que descifrar el papiro, encontrar a dos personas que han huido cuyo testimonio puede ser trascendental para averiguar quién está detrás de la conspiración y, también, buscar un tesoro robado al faraón que podría resultarle providencial para darle la vuelta a su situación. Pondrá toda su confianza en Nitis, una joven sacerdotisa de Neit, discípula del sumo sacerdote. Nitis, de una extraordinaria belleza y una inteligencia fuera de lo común, destinada a suceder al sumo sacerdote, acudirá a éste para que ayude a Kel a limpiar su nombre. El joven tendrá que apoyar en sus nuevos aliados, aún sabiendo que pueden estar tendiéndole una trampa.

La huida de kel y la caza organizada por sus perseguidores convierten la trama en una carrera frenética con múltiples revelaciones y episodios que complicarán la situación del joven de forma excepcional. El juego de conspiraciones y sospechas hará que el lector mantenga la intriga en todo momento y se quede esperando con gran interés la continuación de la historia.

El autor nos tiene preparadas algunas sorpresas, como la aparición de Pitágoras, en una supuesta estancia en Egipto que jugará un papel crucial en la trama. Como contexto, asistimos a un momento crucial de la historia de Egipto, con una lucha entre los defensores de volver a los valores del imperio antiguo y los que se mostraban a favor de la influencia griega. Éstos últimos veían en los griegos el avance y el progreso frente a los que creían que el país se encontraba ante la degradación de sus ideales y las costumbres. Además, los dioses egipcios, que no soportaban la ceguera y la mediocridad de los humanos, planean su particular venganza…

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