viernes, 20 de marzo de 2015

Diario de un ministro, de José Bono

En Diario de un ministro (ed. Planeta, 2015) el ex ministro de Defensa José Bono comparte las memorias sobre su paso por este ministerio, entre los años 2004 y 2006 bajo la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero. Un relato que no tiene desperdicio, que comienza ya de forma irresistible y en el que su autor no escatima en confidencias y anécdotas que resultan reveladoras tanto sobre su ministerio, como sobre su persona y problemáticas del país y del ámbito internacional. Con sentido del humor y un tono irónico, ácido y socarrón José Bono nos abre las puertas de los entresijos de la vida política española.


El libro comienza con una inquietante y sugerente pregunta: “¿Pudo el actual presidente de la Generalitat, Artur Mas, decirle al presidente Zapatero hace ocho años: ‘Yo voy quitando lo de nación y tú vete poniendo más dinero’? La respuesta es afirmativa: pudo y lo hizo”. Este impactante comienzo no es baladí, sino que el autor lo ha querido así para salir al paso de un posible interrogante que puede plantearse el lector: “¿tendrá interés el diario de un ministro que cesó hace diez años?”. Claramente la respuesta es sí, y es que estamos ante un relato basado en el testimonio personal de su protagonista, en las notas que iba tomando en su diario cada día y cuyas páginas contienen información desconocida para la mayoría de los ciudadanos.

José Bono afirma que con este libro no espera otra cosa que dejar testimonio de los acontecimientos más relevantes que le tocó vivir durante su etapa de ministro y que en su contenido no hay falsedades ni fabulaciones, solo las transcripciones de sus anotaciones diarias que únicamente ha retocado por aspectos gramaticales o para dar más precisión o rigor. Explica con qué personas que aparecen en el libro consultó su contenido y con quiénes no, y por qué, en lo que resulta todo un ejercicio revelador sobre la opinión del autor sobre ciertos personajes.

¿Nos tenemos que creer todo lo que aparece en el libro? ¿Es creíble o de interés su contenido? Pues, como bien señala su autor, “el juicio final respecto a su interés corresponde al lector, el más imparcial tribunal, al que gustosamente me someto”. En mi caso, sin creerme todo lo que el autor dice, obviamente, sí que creo que encontramos aspectos muy interesantes que hacen recomendable su lectura. En primer lugar las curiosidades y anécdotas divertidas con las que el ex ministro nos obsequia a lo largo de unas memorias que son “algo cotillas” como definió el periodista Fernando Jauregui el anterior libro de Bono.

Resulta de lo más divertido descubrir las conversaciones campechanas y naturales entre Bono y el Rey Juan Carlos, en las que descubrimos las opiniones sinceras del monarca sobre políticos y personajes relevantes, confidencias sobre el 23-F o su negativa a que el príncipe Felipe sea ascendido a general, entre otras curiosidades. También conoceremos sus duras críticas a personajes como Aznar, del que alguien dice con mucho acierto que “se cree que en España todos están equivocados menos él” o sus recelos fundados con respecto a Esperanza Aguirre. Asistiremos con sorpresa a su cercana relación con personajes en apariencia tan distantes como Pedro J. Ramírez, Eduardo Zaplana o Alberto Ruiz Gallardón y a los encuentros con autoridades internaciones, especialmente tensos con los representantes de Estados Unidos. En este ámbito vamos a encontrar jugosas anécdotas como descubrir que Hugo Chávez era un fan acérrimo de la Pantoja, la labor de Julio Iglesias como enlace con la Casa Blanca para mediar con los norteamericanos o los esfuerzos titánicos de Bono durante una cumbre de la OTAN para convertirse en el fotógrafo oficial de Zapatero y conseguir una instantánea de éste junto a George Bush. Algunos de estos episodios parecen sacados de una película de Berlanga, y lo cierto es que el autor los cuenta con gracia.

Y es que, si vamos más allá de lo anecdótico, el libro destaca por esta normalidad con la que el autor relata situaciones que ciertamente no parecen tan normales, es más, da la sensación de que deberían ser motivo, por lo menos, de preocupación.  Por ejemplo, al contar sus cenas en las que comparte mesa con periodistas, jueces, empresarios y políticos, que aparecen retratados con nombres y apellidos (¿dónde está la división de poderes?); las ocurrencias e improvisaciones del que fue nuestro presidente del gobierno durante 8 años, empezando por el propio nombramiento de Bono que entró en el despacho de Zapatero como posible Ministro del Interior y salió como seguro Ministro de Defensa; las concesiones a periodistas y su calificación de “molestos” o “útiles”, dependiendo de cómo sirven a los intereses políticos; la decisión de traerse las tropas de Irak para después enviarlas a Afganistán y contentar así a la opinión pública y a los norteamericanos, y además quedar como fieles cumplidores de sus compromisos; o cómo el autor parece presumir de que en España se trata mejor que en cualquier otro país a la Iglesia Católica y de que el gobierno de Zapatero consolidara y mejorara los privilegios de los que esta institución goza tan injustamente durante siglos (esta opinión es mía, claro, no de Bono), para después señalar cómo la jerarquía católica les correspondía de forma ingrata permitiendo que les criticaran duramente desde la cadena COPE. Y resulta chocante la naturalidad con la que el autor narra estos episodios, presumiendo de ellos en muchos casos y alabando las actuaciones del presidente por sus “grandes conquistas sociales” (las comillas son mías).

Por todo lo anterior, creo que estamos ante un libro que pueda aportar luz sobre cómo hemos llegado a lo que hemos llegado, y no solo por las críticas que el autor hace sino también por lo que relata como normal e incluso positivo. Además, la obra nos ofrece una oportunidad única para conocer la perspectiva privilegiada del ex ministro de Defensa sobre temas tan relevantes como el 11-M (con polémicas revelaciones sobre la actuación del gobierno de Aznar), el trágico accidente del Yakovlev 42 (a cuyas víctimas está dedicado el libro),d el regreso de las tropas de Irak, la negociación con ETA o la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña y las reacciones de la jerarquía militar con el cese del Teniente General Mena. Por supuesto que, a pesar de lo que él afirma, sería de ingenuos pensar que es objetivo en todo lo que narra, como no lo habrán sido tampoco el resto de protagonistas, ya sean políticos o periodistas, que han contado estos episodios, pero tenemos un elemento más de juicio para poder valorar estos acontecimientos, en algunos casos trágicos, en otros oscuros o polémicos. Y es que, como es normal, no vamos a estar de acuerdo con todo lo que dice, pero sus reflexiones, apuntes, conversaciones y confidencias no tienen ningún desperdicio y merecen ser leídas y analizadas con detalle.

José Bono nos invita acompañarle desde su nombramiento como ministro hasta su dimisión por el desacuerdo con su partido por sus concesiones al nacionalismo catalán. En este asunto, no escatima detalles sobre su tensa relación con Maragall y el PSC, y sus desencuentros con el presidente Zapatero y otros ministros y compañeros de partido. Y realiza una dura crítica al PSOE afirmando que “se afana en los últimos años en ser más el sumatorio mecánico de los partidos regionales que lo integran que un partido de corte unitario y nacional a la usanza de su centenaria historia”. Un tema que sigue siendo de actualidad y que añade otro ingrediente más de interés para recomendar la lectura del libro.  

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