El autor ha señalado que con este título finaliza el tema de la crisis, que ha sido protagonista también en sus tres novelas anteriores. La razón de haber ampliado la Trilogía con un título más la explica por la falta de un elemento en los otros títulos que considera fundamental. En Con el agua al cuello aparecían personajes de la banca, en Liquidación final los evasores fiscales y en Pan, educación, libertad los políticos responsables de la situación. Pero la gente normal, de la calle, solo estaba representada en la figura de Jaritos y su familia, por lo que ha decidido darles protagonismo en esta novela.
Y con Hasta aquí hemos llegado, Márkaris, un autor comprometido con las problemáticas sociales y políticas del país heleno y del resto de Europa, finaliza una recorrido que nos muestra los efectos de la crisis en toda su crudeza, intentado ofrecer herramientas a la gente común para comprender las claves de cómo y porqué se ha llegado a esa situación y poder así luchar para encontrar una solución en medio del caos.
Márkaris nos ofrece una trama policíaca que nos invita a seguir nuevamente al peculiar protagonista, un policía que destaca precisamente por su sencillez y normalidad. Un hombre íntegro, honrado y descreído al que la crisis le ha afectado al igual que a todos sus compatriotas, que lucha junto a su mujer por llegar a fin de mes y que trabaja junto a su equipo en precarias condiciones luchando contra el crimen y el delito. Un funcionario que acude a su trabajo en autobús porque no puede pagar la gasolina para su coche, problema que tienen el resto de habitantes de una ciudad de Atenas cuyas calles están libres de atascos y ya no circulan casi no los coches de policía, que también sufren los efectos de los recortes y han quedado únicamente para urgencias. Una calles desiertas que llevan a uno de los personajes a realizar un comentario irónico que ilustra la situación del país: “ha tenido que llegar la crisis para que le tráfico se normalizara. Incluso ahorramos en poner las sirenas”.
En medio de este panorama sombrío y desolador, Jaritos va a ver cómo la violencia y el caos le afectan a nivel personal y es que su hija Katerina es agredida antes de entrar a los juzgados para defender a unos inmigrantes africanos. Katerina es una joven abogada que se ha negado a emigrar de su país y ha abierto un bufete para asesorar y defender a inmigrantes sin recursos, situándose en el punto de mira del partido neonazi Amanecer Dorado.
Mientras Jaritos sufre la angustia por lo que le ha ocurrido a su hija y la amenaza sobre su persona tendrá que investigar la aparición del cadáver de Andreas Makridis, un alemán de origen griego que había decidido instalarse en Atenas y abrir una empresa de energía eólica. Todo apunta a un suicidio, pero un grupo de nuevo cuño autodenominado los «Griegos de los Años Cincuenta», reivindica su asesinato. El caso se complicará con la aparición de un segundo cadáver, el del propietario y director de una academia privada, muerto por un tiro en la sien con una vieja Smith & Wesson, como las que el ejército norteamericano proporcionó a los militares griegos después de la guerra civil. Aunque todas las evidencias hablan nuevamente de un suicidio, los «Griegos de los Años Cincuenta» reivindican también esta muerte.
La investigación será compleja mientras la trama nos desvela la problemática del auge de las estructuras paraestatales, los fundamentalismos, la inmigración y el racismo, además de comprobar cómo la crisis provoca que aumenten los ajustes de cuentas pendientes. Gran colofón a una tetralogía que nos ha acercado a la cruda realidad de unos ciudadanos azotados por la crisis en una Grecia “que nunca muere pero que tampoco cambia nunca”…
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